lunes, 29 de octubre de 2007

amorío foucaultiano

Mientras leo sobre las técnicas del poder, y el panóptico de Foucault va tomando forma, mis pensamientos fugan hacia el teléfono en el rincón izquierdo de la mesa.
Me había acostumbrado a que me llamaras, y vos sabés lo que a mi me cuesta aceptar algo rutinario…. ( más extrañarlo).
Aún hoy, lejos en el tiempo, y bajo la ventisca helada de este tempranero invierno, me acuerdo del acento único de tu vos, toda tierna, toda libre.
Y rio………para descomprimir mi cuerpo.
Oigo a morrissey decir lo que yo siento: más me ignorás, más me voy acercando…..y no sé. Dudo, de vez en cuando, del destino, morbosa deidad a la que me he consagrado, y caigo susceptible bajo el dios de los cristianos, preguntándole por qué, si fui tan feliz, debo arrepentirme…
Mala pregunta a un mal respondedor…………Dios hará q golpeé mi pecho gritando: ¡por mi culpa!
Y yo no lo creo así………dejamos que las cosas fluyeran, y el fluir de los acontecimientos nos llevó a pleno mar, mil leguas desde tierra...para no ahogarnos, volvimos a nuestras vidas…….aunque mi ánimo melancólico todavía sueñas con esas pocas horas que pasábamos flotando.
Mejor dicho, no estábamos en el mar, si no en ningún lugar dentro de este mundo…
Mi alma se agita, y grita. ¡Maldita la hora en que una flores putrefactas nos llevaron por caminos placenteros! .Porque en el fondo fue el deseo la base de nuestro acuerdo implícito…y el deseo es como el fuego, a veces sana, a veces, quema.
La gangrena, la normalidad, la moral nos hicieron la guerra.
Y ya lo vés, ganaron.

¡Lo que no t has dado cuenta es que yo no me he rendido!

Soy la resistencia, la insistencia, la renuencia a renunciar a vos.

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